jueves, 17 de julio de 2008

El modo argentino de ir a Pekín


El núcleo central de atletas olímpicos que viajarán a los Juegos Olímpicos de Pekín saldrá desde Ezeiza el 26 de julio. Algunos ya se han ido como Germán Chiaraviglio, Alejandra García, Camau Espínola y Santiago Lange quienes en diferentes lugares ajustan su preparación. Otros están a punto de hacerlo como el seleccionado de básquet que seguirá su puesta a punto en España. Y otros hasta quizás viajen luego. Pero todos saldrán por Ezeiza, tendrán un proceso ágil de embarque en el mostrador (bueno, eso nunca se puede asegurar), accederán a los salones VIP del aeropuerto y luego del agotador viaje a China gozarán en la Villa Olímpica de un centro de comunicaciones y entretenimiento de última tecnología, dicen que único en toda la villa, provisto por Telecom como patrocinante de la delegación argentina. Diferentes acuerdos públicos y privados permitirán que atletas sueñen despiertos lo que nunca quizás imaginaron. Una vez allá, cada uno ingresará en la fase principal de toda esta movida: competir contra deportistas de todo el mundo. Participar. Pero también ganar o perder.


La descripción inicial parece alejada de un escenario deportivo en el que, a días de viajar ,tiene a deportistas que acuden a los medios para contar que les deben dineros de becas, que los pisos de entrenamiento están maltrechos, las duchas solamente tiran agua fría y que además algunos deportistas hasta tuvieron que actuar de prestamistas de sus propias federaciones,con la promesa de recibir su dinero de vuelta contra presentación de tickets.

Para este viernes, la Secretaría de Deportes tiene previsto llamar a conferencia de prensa para exponer cual fue su criterio de trabajo y de apoyo a federaciones y deportistas para sacarle jugo a un presupuesto de 40 millones de pesos destinados al deporte de alto rendimiento. Claudio Morresi, medido y de perfil bajo en su gestión, procurará mostrarse como un secretario que estuvo siempre cerca de los deportistas y sus necesidades. Y que algunos reclamos vociferados por atletas de deportes de menos recursos y poco mediáticos luego tuvieron que pedir disculpas porque sus enojos no estaban debidamente justificados.

El modo argentino de hacer las cosas es un espejo que cada tanto nos ponemos delante para que devuelva una imagen de la que luego renegamos. Decimos que esos que estamos ahí no somos nosotros y que en realidad esa imagen no se corresponde con nuestra esencia. Que el argentino real no es ese, sino otro por venir.
El modo argentino de hacer las cosas también gobierna el deporte. Se puede tener en Pekín un edificio wifi para hacer teleconferencias con los abuelos sentados en el living y también padecer un tatami que los judocas solamente pueden usar cuando vienen visitas de afuera. Sala VIP para la espera del vuelo y sala de espera para que las becas sean pagadas.

El deporte argentino refleja su imagen en cada Juego Olímpico.Los de Atenas 2004 fueron buenos juegos para la Argentina. Dos medallas doradas en fútbol y básquet en un mismo día y luego de 52 años. El bronce de Georgina Bardach en natación, de Patricia Tarabini y Paola Suárez en tenis, las Leonas en hockey y Espínola-Lange en yachting. Nada mal para un país que venía de una sus crisis económicas cíclicas. Sin embargo los reclamos por políticas deportivas estatales claras, patrocinios privados bien orientados y un llamamiento nacional para que los autoridades deportivas "se pongan las pilas" no faltaron aunque las medallas relucieran.

El modo argentino en el deporte incluye también el llanto como práctica. Después por si las cosas no salieron y antes por las dudas. Nadie discute que el deporte argentino precisa más presupuesto como lo precisan la salud, la educación y las artes. Nadie tampoco debería desconocer que cada deporte representa el lugar de donde se viene, donde se nace y desarrolla y como tal, de que manera se es.

Los deportistas argentinos hacen todo a partir de su esfuerzo personal" suele decirse. Pues bienvenido sea. Por ahí se empieza. Ese es el motor que hace mover todo lo demás. Manu Ginóbili a los 16 años una noche hizo el bolso y se fue de su casa sin avisar (su mamá no lo dejaba) para poder jugar en Andino de La Rioja . Parece una historia más rockera que deportiva, pero eso es esfuerzo personal. Como Luciana Aymar y Ayelen Stepnik que más de una vez venían a dedo desde Rosario para poder entrenarse con la selección. Lionel Messi tuvo que luchar contra la naturaleza para poder crecer sano y que su cuerpo fuera útil para el fútbol. El esfuerzo personal debe ser acompañado, solventado, descubierto y alentado. Es donde empieza toda historia deportiva y no donde termina.

Nadie se exime de lidiar con dificultades. Michelle Smith fue una nadadora irlandesa que en Atlanta 96 ganó tres medallas doradas en la cara de Janet Evans, niña mimada de Estados Unidos. Bill Clinton fue en persona a felicitar a esa simpática irlandesa que en su país jamás dispuso de una pileta olímpica y por eso tuvo que irse a nadar a Holanda. Michael Phelps, quizás dentro de un mes el nadador más grande de todos los tiempos, tuvo que empezar natación a los 7 años porque le diagnosticaron deficit de atención y trastornos de hiperactividad y la energía extra debía gastarla en alguna parte. Entonces lo tiraron al agua. Tuvo una niñez con problemas, pero quizás en unos días gané ocho medallas doradas y supere a Mark Spitz.

Todo deportista que haya llegado a la alta competencia lo hizo gracias a superar una dificultad. Aunque sea un pequeño umbral de dolor que otros compañeros de ruta vieron como un problema que no supieron como sortear.

Es comprensible la bronca cuando esos problemas podrían haberse evitado. Cuando los dirigentes de una federación se pelean por un sillón y traban el desarrollo de un deporte. Ni que hablar si el dinero de una beca no llega al destino previsto. Pero hay cosas peores: en algunos casos el deporte argentino tuvo menos presupuesto que el deseado porque en el año anterior hubo partidas que no se ejecutaron. Traducción: dinero que estaba disponible para ser invertido, pero que por impericia o desconocimiento, no fue utilizado. La falta de capacidad a veces hasta impide la corrupción. De todos modos, cuando suenen la chicharra, el silbato, el disparo o lo que fuera, serán uno contra otros. Ellos contra nosotros y nada más. Con lo que se tenga, con lo que se sea.

El modo argentino de hacer las cosas en el deporte combina excelencia, olvidos, egoísmo, sacrificio, triunfos y derrotas. Es la ducha de agua fría y las videoconferencias high-tech para que lo lejano parezca cercano. Con deportistas que compiten en las principales ligas del mundo, se cotizan bien, son modelos publicitarios y entrenadores que no están enterados de que lo recomendable es pasar por el laboratorio y hacer un control antidoping antes de viajar.

Así somos y con eso vamos.


LA NACION

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