lunes, 4 de agosto de 2008

FALTAN 4 DIAS PARA PEKIN


Domingo argentino

Hubo jornada de distracción, sociales y turismo, cerrada con asado en la parrilla de un chino.

Martin Eula / Ole

Domingo libre y mañana de sol radiante (e insoportable). La delegación argentina tuvo un día atípico, de sociales, turismo y asadito. Un domingo argentino, que arrancó con una ceremonia de bienvenida e izamiento de la bandera. Después, turismo. A una semana del debut con Estados Unidos, cuatro Leonas se tomaron uno de los micros de la organización que diariamente se mete en la historia misma. Luciana Aymar, Soledad García, Mariana Rossi y Belén Succi son las cuatro de este plantel que no estuvieron en China en el 2007. Por lo tanto, obviedad inmensa como lo que tuvieron ante sus ojos, no habían visitado la Gran Muralla. Ayer cumplieron, junto al médico Sebastián Rosasco y el kinesiólogo Sergio Lemos.

"Nos morimos de calor y quedamos muertas, pero valió la pena. Es espectacular", coincidieron las chicas. Fueron un domingo, el día de mayor concurrencia, porque otra no les quedaba: no tendrán más días enteros libres hasta el final de los Juegos.

"Hoy asado". En letras rojas, un cartel pegado en el pizarrón de la entrada al edificio Argentina en la villa olímpica acercaba a cierta panacea y eclipsaba cada mirada que pasaba por ahí. Por la noche, esperaba el broche de oro...

"Este Obelisco fue construido por BETC parrilla argentina S.A. el 23 de mayo de 2004 con un tercio del Obelisco de Buenos Aires". El mensaje sobre un miniobelisco de 33 metros te metía en un deja vú carnívoro. Mmmm...

"Gracias Diego". En letras de collage, un homenaje a Maradona. También, una camiseta de Boca firmada por sus figuras, banderines de River y Gimnasia LP y varios mates en un estante. Y del otro lado de ese pasillo, la tentación misma hecha chorizo, morcilla, molleja, provoleta, asado, lomo, bife, matambrito y lo que quieras comer en China. Carne buena en la parrilla Obelisco.

Zhang Shao Ting es un chino que vivió en Buenos Aires y quedó encantado con nuestra comida autóctona. Al volver a su país, decidió hacer una inversión de cinco millones de dólares y puso un parrilón muy bien equipado. El hombre trajo un parrillero de Buenos Aires para que les enseñara a los locales, y éstos se ve que aprendieron rápido. Los encargados y algunos mozos hablan castellano. En un plasma pasan imágenes de Baires y, ay, se pianta un lagrimón.

Gerardo Werthein, jefe de misión de la delegación, tuvo la idea y organizó una cena para los deportistas argentinos (asistencia casi perfecta) y la prensa; unos 70 comensales. Así, mientras el Pollo Fernández le daba a una molleja, los judocas terminaban los chorizos. Mientras los médicos disfrutaban de la ensalada, varias Leonas saboreaban una costillita de asado. Y mientras los dirigentes degustaban un vino San Huberto, Javier Correa terminaba un riñoncito.

Entre el último corte de una carne que no es argentina -Zhang todavía no puede importar- y el postre, hubo algunos cantos. "El vamos, vamos, Argentina" fue un himno que empezaron los judocas con el jefe de prensa del COA, Eduardo Moyano. Pero ya era tarde, hora de irse a descansar. Con la panza llena de buena carne, el corazón contento y una nostalgia mitigada por un asado como si estuviera hecho en cualquier rincón argentino, salvo que lo hacen chinos y en China.

Mañana, hay que levantarse e ir a trabajar... o a entrenarse, mejor dicho.

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